Atraer a estos profesionales desde otros puestos de trabajo tradicionales, estables y con unos derechos adquiridos requiere, además de un proyecto ilusionante y retador, imaginativas fórmulas de retribución que puedan compensar la pérdida, a corto plazo, de salario.
La mejor fórmula para conseguir que los mejores profesionales se involucren en tu proyecto empresarial es hacerles socios del mismo. Sin embargo, no siempre es posible ni fácil.
El acceso al capital suele ser por (i) vía de compra: pueden comprar las participaciones o acciones; lo que requiere que haya alguien interesado en venderlas y que el adquirente tenga dinero para pagarlas. Ambas cosas es difícil que se den en un entorno de una start-up; o bien (ii) suscribiendo las acciones o asumiendo las participaciones en una ampliación de capital, lo que también requiere que el suscriptor de las mismas disponga de los fondos necesarios.
Por lo general, las start-ups suelen ser sociedades de responsabilidad limitada (S.L.) en las que la legislación mercantil no facilita el acceso de los empleados a las mismas (la S.L. no puede ni anticipar fondos ni dar garantías para la adquisición de sus participaciones) ni tampoco se permite hacer un desembolso parcial en una ampliación de capital.
Aparte de la dificultad económica que pueden suponer estas alternativas para el profesional que trabaja en la start-up, hay veces que, por razones prácticas o estratégicas, no es conveniente que sean socios.
Dejando aparte otras fórmulas más complejas, las “phantom shares” o acciones fantasma presentan todos los ingredientes necesarios para resultar una fórmula atractiva alternativa a las acciones o participaciones reales, ya que el titular de las mismas disfrutará de los mismos derechos económicos que el titular de acciones reales y, sin embargo, no tendrá que desembolsar cantidad alguna por las mismas y los socios reales no tendrán que diluirse para permitir la entrada nuevos socios.
Las “phantom shares” son una retribución económica que la compañía promete o entrega al empleado y que va ligada al valor de la acción. También se las conoce como units, points, restricted shares units (RSU). En realidad la denominación es indiferente ya que todas ellas hacen referencia a lo mismo: retribución económica extraordinaria ligada al valor de la acción o participación.
Se diferencian de las stock options en que éstas, en el momento del devengo (“vesting”), se convierten en acciones o participaciones reales, mientras que las phantom shares nunca dan acceso al accionariado. Esto implica que el titular de phantom shares tampoco tendrá que desembolsar cantidad alguna cuando se produzca el “vesting”. Otra ventaja importante frente a las stock options es que los accionistas o socios no tienen que diluirse para dar entrada a los titulares de las mismas.
Las phantom shares se conceden en un contrato privado entre la compañía y el perceptor de las mismas. También pueden documentarse en una carta en la que la compañía reconozca estos derechos al empleado o en un anexo al contrato de trabajo. En definitiva, se documenta exactamente igual que cualquier otro bonus.
En el documento por el cual se creen las phantom shares, es decir, se reconozca el derecho del titular de las mismas a percibir una retribución económica –un bonus- se establecerán las condiciones de dicho derecho, como el cuánto, cuándo y cómo:
¿Cuántas phantom shares tengo? La empresa establecerá un número determinado de phantom shares (o de puntos, RSU, etc) que se le concederán al empleado en función de determinados parámetros: antigüedad, contribución personal, cumplimiento de objetivos, etc
¿Cuándo cobraré mis phantom shares? El también denominado “evento de monetización” tendrá lugar habitualmente cuándo se produzca también un “evento de liquidez” para los socios reales: un reparto de dividendo, una transmisión de acciones o participaciones, o una transmisión de activos. En el momento en el que el socio real reciba un dinero como consecuencia de su condición de socio, el titular de phantom shares también recibirá un dinero en proporción al número de phantom shares que se le haya concedido.
¿Cuánto valen mis phantom shares? El valor de las “phantom shares” se calcula tomando como referencia el valor de las participaciones o acciones reales. Es decir, cada phantom shares o cada múltiplo de “phantom shares” equivale a una acción o participación o a un número determinado de acciones o participaciones, de forma que el valor de las “phantom shares” equivale al de las acciones o participaciones reales. Así, obtendrá el mismo dividendo y el mismo “precio” que recibiría si tuviera acciones reales en caso de transmisión de las acciones o participaciones o en los demás supuestos de monetización pactados.
También será necesario establecer fórmulas de valoración en caso de fusión o cualquier otro supuesto de modificación estructural.
En ocasiones también se pueden valorar las “phantom shares” por la diferencia del valor entre el momento de su concesión y el momento de su cobro.
Así como las participaciones y acciones reales no se extinguen (su transmisión implica su cambio de titular pero no su extinción), las “phantom shares” si lo hacen y hay que prever los supuestos en los que esto ocurre. En general, irán parejas al devenir de la acción o participación real. Así, cuando se transmitan las acciones o participaciones reales, se extinguirán las “phantom shares”. Sin embargo, como cualquier bonus, es habitual establecer que si el empleado se va de la empresa antes de un determinado plazo o si es despedido por causa justificada (“good o bad leaver”), se pierdan las “phantom shares”.